El nórdico antiguo era la lengua germánica hablada por los habitantes de Escandinavia y sus colonias de ultramar desde los inicios de la época vikinga hasta el año 1300 aproximadamente. Esta lengua surgió del proto-nórdico durante el siglo VIII y, al evolucionar, acabó dando lugar a todas las lenguas escandinavas.
Debido a que la mayoría de los textos que han sobrevivido provienen del islandés medieval, la variante estándar de facto de esta lengua es el dialecto occidental, es decir, los noruego e islandés antiguos. Este hecho hace que, a veces, en vez de nórdico antiguo se hable de islandés antiguo o de noruego antiguo.
Sin embargo, también existía la variante oriental de esta lengua, la cual se hablaba en los asentamientos vikingos de las actuales Suecia y Dinamarca. No había una separación geográfica demasiado clara entre los dos dialectos. De hecho, se pueden encontrar restos del nórdico antiguo oriental al este de Noruega y trazas del nórdico antiguo occidental al oeste de Suecia. Además, también había un dialecto denominado gútnico antiguo, que se incluye dentro el nórdico antiguo oriental porque es el menos conocido de los tres dialectos.
Los hablantes de estos tres dialectos consideraban que todos hablaban una misma lengua, y la denominaron dansk tunga (ANOr) o dönsk tunga (ANOc) hasta el siglo XIII.
El nórdico antiguo era inteligible por los hablantes de inglés antiguo, de sajón antiguo y de bajo alemán, hablado al norte de la actual Alemania. Esta lengua fue evolucionando hasta dividirse y convertirse en las lenguas noruega, islandesa, sueca y danesa.
El islandés moderno es la lengua que menos ha evolucionado a partir del nórdico antiguo. El feroés también conserva muchas similitudes, pero la influencia danesa hace que no sea tan conservador como el islandés. Aunque las otras lenguas han evolucionado más, los hablantes de sueco, noruego y danés aún se entienden entre ellos gracias a la gran herencia común del nórdico antiguo.
Gramática.
Sistema fonológico.
La escritura y su valor fonético.
El nórdico antiguo empleó dos sistemas de escritura:
El alfabeto rúnico, más conocido como futhark;
y el alfabeto latino, el cual se introdujo con la llegada del cristianismo, tras el año 1000.
Fue necesario introducir nuevos signos en el alfabeto latino para representar todos los sonidos del nórdico antiguo. En la tabla (a la derecha) están todas las vocales del nórdico antiguo en alfabeto latino.
Los símbolos ǫ, ę (que no aparecen a la tabla) y ø (una à, originalmente, sobre la cual se superpusieron o o e) no aparecen en textos hasta el siglo XII. Fueron creados para la ortografía de la islandés antiguo por el autor de su primer tratado gramatical. æ se usa en el nórdico antiguo, pero Æ sólo se emplea en el inglés antiguo. El nórdico antiguo, además, tiene tres diptongos: æi, ǫu y æy. Estos diptongos, normalmente, aparecen como digramas en los manuscritos.
En las consonantes, se empleaban los grafemas þ (sonido z, como zapato del dialecto español castellano, transcrito habitualmente como th) y ð (sonido d suave, como the del inglés, transcrito habitualmente como dh). El símbolo y se empleaba para transcribir el sonido vocálico labial anterior, este símbolo con este valor también lo empleaba el anglosajón.
Acentuación.
El nórdico antiguo diferenciaba las sílabas acentuadas y no acentuadas. El acento se empleaba, no para marcar sílabas tónicas, sino para diferenciar las vocales largas, acentuadas, de las cortas, que no llevaban acento. El acento se colocaba, normalmente, en el lexema de la palabra, lo cual hacía que la mayoría de las veces este apareciera en la primera sílaba de la palabra. Sin embargo, en algunos casos el prefijo llevaba el acento y el radical lo perdía. En los nombres compuestos, cada uno de los elementos llevaba su propio acento.
Morfología.
Los sustantivos.
Los sustantivos, en nórdico antiguo, se clasifican siguiendo dos criterios:
Por su lexema.
Por su género.
Lexemas fuertes y lexemas débiles.
Hay dos posibilidades:
Si el lexema acentuado acaba con las vocales a, o larga, i o u entonces el nombre pertenece a la declinación fuerte.
Si el lexema acentuado acaba con las secuencias an, on o in entonces el nombre pertenece a la declinación débil.
El resto de nombres que no cumplen las reglas de la declinación fuerte también pertenecen a la declinación débil. También hace falta decir que los nombres que presentan pequeñas alteraciones en su pronunciación debido a la dificultad que supone pronunciar ciertas combinaciones consonánticas, por ejemplo en los que el lexema acaba con l o r, también pertenecen a la declinación débil, a pesar de las alteraciones que presentan en su declinación.
El género nominal.
El nórdico antiguo tenía tres géneros: masculino, femenino y neutro. El género depende, normalmente, de la terminación del lexema del nombre. Generalmente:
los lexemas que acaban con -a pertenecen al género masculino o femenino;
los lexemas que acaban con -o larga pertenecen al género femenino;
los lexemas que acaban con -u pertenecen al género masculino;
los lexemas que acaban con -n, -nd o -r pertenecen a los géneros masculino o femenino.
El número.
Originalmente, había tres números gramaticales en nórdico antiguo: el singular, el dual y el plural, como en griego antiguo. Sin embargo, en la época clásica el dual se había fusionado con el plural, lo cual hace que podamos hablar, en nórdico antiguo clásico, de sólo dos números.
Las declinaciones nominales.
El nórdico antiguo tenía cuatro casos, los mismos que hay en alemán moderno, es decir, nominativo, acusativo, genitivo y dativo.
Ejemplo de la declinación fuerte:
(Las formas reconstruidas del proto-nórdico están precedidas por un asterisco y, a su lado, se encuentran las formas en nórdico antiguo clásico)
Ejemplo de la declinación débil:
Los adjetivos.
Al principio, los adjetivos se declinaban como los nombres. Sin embargo, ya en proto-germánico, se adoptaron algunas formas pronominales, lo que hizo que apareciera la declinación propia de los adjetivos, fruto de la mezcla de las declinaciones nominal y pronominal. Las formas que tienen un origen pronominal son:
Las otras formas emplean:
terminación en -a para el masculino y el neutro;
y la terminación -o para el femenino.
Esta declinación se usa cuando un adjetivo hace la función de predicado o modifica un sintagma nominal indefinido. A esta declinación se la conoce con el nombre de declinación fuerte.
Para los sintagmas nominales definidos, se usa la declinación débil. Sus características son:
terminación -an para el masculino y el neutro singulares;
terminación -ō para el femenino singular;
terminación -um por el dativo plural de todos los géneros y -u para el resto de casos en plural.
Comparativo y superlativo [editar]
Hay dos maneras de hacer el comparativo y el superlativo en nórdico antiguo:
la mayoría de los adjetivos emplean el sufijo -ar por formar el comparativo y -ast para hacer el superlativo, así tenemos que: ríkr → comparativo: ríkari → superlativo: ríkastr.
pero un pequeño grupo de adjetivos hacen el comparativo y el superlativo con los sufijos -r y -st, provenientes estos dos de una diéresis que tiene su origen en la desaparición de una i final. Siguiendo esta regla, tenemos que el comparativo y el superlativo de estos adjetivos queda así: langr → comparativo: lengri → superlativo: lengstr.
Los pronombres.
Los pronombres, en nórdico antiguo, emplean ocho sistemas morfológicos diferentes:
los pronombres personales
los pronombres personales de tercera persona
los demostrativos
los posesivos
los interrogativos
los reflexivos
los relativos
los indefinidos
Estos ocho tipos de pronombres tienen formas diferentes.
Los pronombres personales.
Se organizan en tres números (singular, plural y dual) y cuatro casos, pero no hacen diferencias entre géneros. Estos sólo son los pronombres de primera y segunda persona, y el reflexivo de la tercera.
El dual se emplea cuando se habla de acciones en las que actúan sólo 2 individuos.
Tabla de los pronombres personales:
Los pronombres personales de tercera persona.
Los pronombres personales de tercera persona, a diferencia de los pronombres de primera y segunda, distinguen entre los géneros masculino, femenino y neutro y corresponde a un radical germánico caracterizado por el prefijo h-. En nórdico antiguo, este sistema sólo se emplea en el singular de los géneros masculino y femenino. El genitivo, en plural, emplea la misma declinación para los adjetivos y para los pronombres.
Declinación de los pronombres de tercera persona :
Los pronombres demostrativos.
En nórdico antiguo hay dos tipos de pronombres demostrativos:
los demostrativos de distancia, los cuales son formados por dos paradigmas, son sa (que sólo se usa para el nominativo singular de géneros masculino y femenino) y þa:
y los pronombres demostrativos de proximidad. Estos últimos tienen su origen en los demostrativos de distancia, pero añaden los sufijos -si y -a, quedando estos como los demostrativos del proto-nórdico como por ejemplo þansi. Debido a la añadidura de estos sufijos, los radicales varían mucho como resultado de la aparición de las constonantes subyacentes, lo cual hace que la declinación de este tipo de pronombres sea muy irregular.
Los verbos.
El nórdico antiguo, del mismo modo que el resto de lenguas germánicas, hace la distinción entre los verbos fuertes y débiles.
Los verbos débiles son aquellos que, en su declinación, el lexema no muestra la menor alteración y los tiempos verbales se forman mediante la suma de los sufijos y prefijos necesarios.
Los verbos fuertes, en cambio, son aquellos que presentan una alteración de tipo vocálico en su lexema en determinados tiempos verbales.
El sistema temporal del nórdico antiguo se basa en las formas del pasado para formar el resto de tiempos. Este sistema de formación de los tiempos verbales se puede encontrar en otras lenguas, especialmente en las semíticas como el árabe.
Distribución geográfica.
Runa escrita en nórdico antiguo en una de las piedras de Jelling.
El islandés antiguo era casi idéntico al noruego antiguo y ambos formaban el dialecto occidental del nórdico antiguo. El dialecto oriental se hablaba en Suecia y Dinamarca y en asentamientos vikingos de Rusia, Inglaterra y Normandía. El gútnico antiguo se hablaba en la isla de Gotland y en algunos asentamientos al este del mar Báltico. En el siglo XI, el nórdico antiguo era la lengua más hablada en Europa. Se extendía desde Vinland hasta el Volga. El lugar de Rusia donde sobrevivió más tiempo fue en Novgorod, de dónde desapareció en el siglo XIII.
Descendientes actuales.
Los descendentes del nórdico antiguo occidental son las lenguas islandesa, noruega (nynorsk) y feroesa y la extinguida lengua norn, hablada en las islas Orcadas y Shetland. Del nórdico antiguo oriental descienden las lenguas sueca, danesa y noruega (bokmål). El noruego (bokmål) en un principio pertenecía al dialecto occidental, pero recibió una gran influencia oriental.
Entre estas lenguas, la islandesa y gran parte de la lengua feroesa han padecido cambios mínimos durante todos estos siglos, aunque la pertenencia a Dinamarca de las islas Feroe ha hecho que el feroés haya padecido una gran influencia del danés. El nórdico antiguo influenció algunos dialectos del inglés, especialmente el escocés, el cual tiene un gran número de préstamos del nórdico antiguo. También fue una lengua decisiva en el desarrollo del normando.
Textos y dialectos.
Dominio aproximado del nórdico antiguo hacia el 900. En rojo el dialecto occidental, en naranja el dialecto oriental, en azul el Gótico de Crimea, en violeta el gútnico antiguo y en verde el resto de lenguas germánicas.
Las primeras inscripciones en nórdico antiguo que se conservan son en rúnico del siglo VIII (aun cuando hay unas 200 inscripciones rúnicas en proto-nórdico, la más antigua de las cuales es del siglo II). Las runas se siguieron utilizando muchos siglos después, incluso tras la muerte de la lengua. Sin embargo, los textos literarios más importantes están escritos en alfabeto latino, como las sagas o las eddas de la Islandia medieval.
El proto-nórdico evolucionó hasta el nórdico antiguo en el siglo VIII, con lo que el efecto de las umlaut variaba según la región. Las umlaut típicas (ej. fylla de *fullian) eran más marcadas en las áreas dónde se hablaba el dialecto occidental, mientras que en el área del dialecto oriental estas evolucionaron hacia una diéresis (ej. hiarta de herto). Esta diferencia fue la razón principal de la dialectalitzación de la lengua durante los siglos IX y X.
Otra diferencia entre los distintos dialectos fue que los diptongos del dialecto occidental evolucionaron a monoptongos en el dialecto oriental. Así tenemos que en dialecto occidental se llama steinn, mientras que en el oriental, primero se dijo stain pero luego pasó a sten. En los dialectos occidental y gútnico se conserva el diptongo au de auga mientras el oriental lo evoluciona y lo convierte en ø, como en la palabra øgha. Aun así, el dialecto occidental tiene el diptongo ey de palabras como heyra mientras el oriental lo convierte en ø, como en høra, y en gútnico antiguo es oy, como en hoyra.
Una tercera diferencia es que el dialecto occidental perdió algunas combinaciones de consonantes. Las combinaciones -mp-, -nt- y -nk- se asimilaron en el dialecto occidental con -pp-, -tt- y -kk-. Este fenómeno fue limitado en el dialecto oriental.
No obstante, estas diferencias eran una excepción. Los dialectos se asemejaban mucho y, de hecho, los hablantes de los tres dialectos consideraban que hablaban sólo una lengua, una lengua que ellos denominaban lengua danesa (dansk tunga) como por ejemplo Móðir Dyggva var Drótt, dóttir Danps konungs, sonar Rígs er fyrstr var konungr kallaðr á danska tungu (Snorri Sturluson, Saga de los Ynglings). Traducción: La madre de Dyggve era Drott, hija del rey Danp, hijo de Rig, el cual fue el primero en ser denominado rey en lengua danesa.
Aquí hay una comparación entre los dialectos oriental y occidental. Es una transcripción de una de las inscripciones rúnicas sobre piedra de Funbo (U990) que significa: Vieneðr y Thane y Gunnar levantaron esta piedra después de Harusa, su padre. Dios ayude a su alma:
Veðr ok Þegn ok Gunnarr reistu stein þenna at Haursa, föður sinn. Guð hjalpi önd hans. (ANOc)
Veðr ok Þegn ok Gunnarr ræistu stæin þenna at Haursa, faður sinn. Guð hialpi and hans. (ANOr)
Nórdico antiguo occidental.
La mayoría de los cambios respecto al proto-nórdico aparecen en toda la zona del nórdico antiguo, pero algunos se limitaban a una área geográfica específica y crearon la diferencia dialectal entre los dialectos occidental y oriental. Una diferencia era que el dialecto occidental no monoptonguizaba los diptongos del proto-nórdico, así, la evolución del nórdico antiguo occidental no fue la que cambió los diptongos æy/ei por e ni ni øy/ey por ø ni au por ø. Una de las primeras diferencias fue que, mientras el dialecto occidental tenía las formas bu (vivienda), ku (vaca) y tru (fe), el oriental tenía bo, ko y tro. El dialecto occidental también se caracterizaba por la u-umlaut, la cual hacía que +tanþuno se pronunciara tönn y no tand, como en el oriental. Además, también había asimilaciones nasales como en la palabra bekkr, que viene del proto-nórdico bankiaz.
Los primeros textos aparecen en inscripciones rúnicas y en poemas escritos por Thjódolf de Hvin del año 900 aproximadamente. Los primeros manuscritos son del periodo que abarca desde el año 1150 al 1200 y tratan tanto de temas legales como religiosos o históricos. Durante los siglos XII y XIII Trøndelag y Vestlandet eran las regiones más importantes del reino de Noruega y en ellas se formó el dialecto occidental, caracterizado por sus formas arcaizantes y sus abundantes declinaciones. Tal y como nos muestran los textos escritos hasta el 1300 aproximadamente, el dialecto occidental era un dialecto uniforme y a menudo es difícil saber si un texto fue escrito en islandés antiguo o en noruego antiguo. Este dialecto recibía el nombre de norrœ tunga (lengua nórdica).
El noruego antiguo se diferenció pronto del islandés antiguo por la pérdida de la consonante h en posición inicial ante de l ', n y r. Esto quiere decir que mientras en islandés antiguo tenemos la forma hnefi (puño), en noruego antiguo tenemos las formas neve o næviene.
Hacia el año 1300, la corte noruega se desplazó hacia el sudeste de Noruega y esto implicó que el antiguo estándar de escritura desapareciera, al ser considerado demasiado arcaico. Tras la unión con Suecia, el sueco antiguo empezó a influir en el noruego antiguo. Esta influencia del dialecto oriental se reforzó con la unión a Dinamarca.
La peste negra, que azotó la península escandinava entre los años 1350 y 1351, y sus consecuencias trajeron el fin de la antigua tradición literaria del dialecto occidental. En Islandia esta tradición perduró algo más, pero se fue extinguiendo a medida que llegaban novedades desde el continente.
Ejemplo.
El siguiente texto ha sido extraído de la Saga de Egil Skallagrímson. El manuscrito es el más antiguo que se conserva de esta saga, es el denominado fragmento-θ del siglo XIII. El texto muestra claramente la escasa evolución estructural del islandés. La última versión está escrita en islandés contemporáneo, y se ve que sólo se ha cambiado la pronunciación. El texto también nos permite imaginar que, sin embargo, el lector islandés contemporáneo tiene muchas dificultades para entender el manuscrito original, por no mencionar el cambio que ha sufrido la caligrafía del alfabeto latino desde entonces.
Nórdico antiguo oriental.
El dialecto oriental, que se habló más o menos entre los años 800 y 1100, recibía el nombre, en Suecia, de sueco rúnico, y en Dinamarca, de danés rúnico, pero hace falta tener claro que el uso de las palabras sueco y danés no se debe a causas lingüísticas. Ambos recibían el nombre de rúnico porque los textos escritos en este dialecto aparecen, mayoritariamente, escritos en alfabeto rúnico. A diferencia del proto-nórdico, el cual se escribía con el futhark viejo, el dialecto oriental del nórdico antiguo se escribía con el futhark nuevo, que sólo tenía 16 letras. Debido al número limitado de runas, la runa que se empleaba para representar la vocal u se usaba también para representar los sonidos o, ø y y, y la runa que se usa para i también equivale a e.
El cambio más importante que se dio en el dialecto oriental fue el cambio de æi (en dialecto occidental ei) por e, como pasa a la palabra stæin, que evolucianó hacia sten. Este hecho se refleja en las inscripciones rúnicas, mientras en las viejas se puede leer stain, en las más nuevas se lee stin. También había el cambio de au de dauðr a ø, quedando en døðr. Este cambio también se muestra en las inscripciones rúnicas porque, dónde antes se leía tauþr, las últimas inscripciones muestran tuþr. Además, el diptongo øy (el equivalente al diptongo ey del dialecto occidental) evolucionó hacia ø, como bien se puede ver en la palabra que el nórdico antiguo empleaba para decir isla.
Hasta principios del siglo XII, el dialecto oriental era un dialecto uniforme. En Dinamarca aparecieron las primeras diferencias locales, que acabarían marcando la diferencia entre el danés antiguo y el sueco antiguo. Estos cambios se extendieron hacia el norte, creando así isoglosas que abarcaban desde Zelanda hasta Svealand.
Las vocales a final de palabra -a, -o y -e comenzaron a fusionarse en -e. A la vez, las consonantes oclusivas sordas, es decir, p, t ' y k, se volvieron sonoras e incluso fricativas. Estos cambios han hecho que el danés contemporáneo tenga las palabras kage, bide y gabe mientras el sueco tiene las palabras kaka, bita y gapa.
Además, el danés ha tenido la pérdida del acento cerrado que podemos encontrar tanto en sueco como en noruego contemporáneos, sustituyéndolo por un acento abierto con una oclusiva gutural añadida.
Texto de ejemplo.
Este texto está extraído del Västgötlagen. Es el texto escrito más antiguo que se conserva en sueco y data del siglo XIII. Es contemporáneo de los textos más importantes de la literatura medieval islandesa. Normalmente, se toma este texto como el inicio del sueco antiguo.
Dræpær maþar svænskan man eller smalenskæn, innan konongsrikis man, eigh væstgøskan, bøte firi atta ørtogher ok þrettan markær ok ænga ætar bot. [...] Dræpar maþær danskan man allæ noræn man, bøte niv markum. Dræpær maþær vtlænskan man, eigh ma frid flyia or landi sinu oc j æth hans. Dræpær maþær vtlænskæn prest, bøte sva mykit firi sum hærlænskan man. Præstær skal i bondalaghum væræ. Varþær suþærman dræpin ællær ænskær maþær, ta skal bøta firi marchum fiurum þem sakinæ søkir, ok tvar marchar konongi.
Traducción:
Si alguien mata a un sueco o un smålandés, un hombre del reino pero no un godo, el asesino tendrá que pagar ocho örtugar y trece marcos, pero no wergeld. El rey poseerá nueve marcos del asesino por el asesinato de cualquier persona. Si alguien mata a un danés o a un noruego, el asesino tendrá que pagar nueve marcos. Si alguien mata a un extranjero, no será desterrado sino que tendrá que dejar su clan. Si alguien mata a un clérigo extranjero, pagará tanto como por el asesinato de un extranjero cualquiera. Un cura cuenta como un hombre libre. Si alguien mata a un alemán o a un inglés, el asesino tendrá que pagar cuatro marcos al demandante y dos marcos al rey.
Gútnico antiguo.
La Gutsaga es el texto más largo que se conserva en gútnico antiguo. Fue escrito en el siglo XIII y está mezclado con la historia temprana de la isla de Gotland. Este extracto narra el acuerdo al cual llegaron los gotlandeses con el rey de Suecia, poco antes del siglo IX:
So gingu gutar sielfs wiliandi vndir suia kunung þy at þair mattin frir Oc frelsir sykia suiariki j huerium staþ. vtan tull oc allar utgiftir. So aigu oc suiar sykia gutland firir vtan cornband ellar annur forbuþ. hegnan oc hielp sculdi kunungur gutum at waita. En þair wiþr þorftin. oc kallaþin. sendimen al oc kunungr oc ierl samulaiþ a gutnal þing senda. Oc latta þar taka scatt sinn. þair sendibuþar aighu friþ lysa gutum allá steþi til sykia yfir haf sum upsala kunungi til hoyrir. Oc so þair sum þan wegin aigu hinget sykia.
Traducción:
Por lo tanto, por su propia voluntad, los gotlandeses se convierten en súbditos del rey de Suecia y, por esto, pueden viajar libremente y sin riesgo a cualquier punto del reino de Suecia sin pagar peaje ni otros impuestos. Además, los suecos tienen el derecho de ir a la isla de Gotland sin restricción en el grano ni otra prohibición. El rey ha de ofrecer protección y ayuda siempre que la necesiten y lo hayan pedido. El rey y los jarls habrán de enviar emisarios al Þing gútnico para recibir el dinero de los impuestos. Estos emisarios habrán de proclamar pasaje libre para todos los gotlandeses a todos los puntos del mar del rey en Uppsala y lo mismo para todo aquel que quiera viajar hacia la isla de Gotland.
Algunas características importantes del gútnico antiguo se pueden ver en este texto. La primera es que, a diferencia del dialecto oriental, el gútnico antiguo conserva todos los diptongos. Y la segunda, que el diptongo ai de aigu, þair y waita no han sufrido la aparición de un umlaut cómo pasa con el diptongo equivalente en el dialecto occidental, es decir, ei de las palabras eigu, þeir y veita.
Fuente: Wikipedia.
jueves, 16 de octubre de 2008
Antiguo alto alemán.
Primera página del cantar de Hildebrando.
El término antiguo alto alemán (AAA, Alemán: Althochdeutsch) se refiere a la fase más temprana del idioma alemán y convencionalmente cubre el periodo desde cerca del 500 hasta el 1050. Textos escritos no aparecen hasta la segunda mitad del siglo VIII, aunque algunas palabras y nombres son encontrados en textos en latín antes de esto. Por esta razón, algunos tratan el periodo anterior a 750 como 'prehistórico', y datan el principio del antiguo alto alemán propiamente desde el 750.
La principal diferencia entre el antiguo alto alemán y los dialectos germánicos occidentales de los que se desarrolló, es que sufrió el segundo cambio consonántico o Zweite Lautverschiebung. Esto está generalmente datado muy aproximadamente de finales del siglo V y principios del siglo VI - por lo tanto datando el comienzo del AAA alrededor del 500. El resultado de esta evolución de los sonidos es que el sistema de consonantes alemán permaneció diferente de todas las otras lenguas germánicas occidentales, incluyendo el idioma inglés y el bajo alemán. Gramaticalmente, sin embargo, el antiguo alto alemán permaneció muy similar al inglés antiguo y al sajón antiguo.
Por la mitad del siglo XI, las muchas diferentes vocales encontradas en sílabas sin énfasis se redujeron todas a 'e'. Ya que estas vocales eran parte de las terminaciones gramaticales en los sustantivos y verbos, su pérdida llevó a una radical simplificación de la gramática flexiónal del alemán. Por estas razones, 1050 es visto como el principio del periodo del alto alemán medio, si bien casi no hubo textos en alemanes durante los siguiente cien años.
Ejemplo de reducción de vocales en sílabas sin énfasis:
(Las formas del alemán moderno de estas palabras son, en términos generales, las mismas que en el alto alemán medio.)
Dialectos.
No había un estándar o una variedad supra-regional del antiguo alto alemán - cada texto está escrito en un dialecto en particular, o en algunos casos una mezcla de ellos. En general, las principales divisiones de los dialectos del AAA parecen ser similares a aquellas en periodos posteriores - están basadas en grupos territoriales establecidos y los efectos de la Zweite Lautverschiebung, que han permanecido hasta el día de hoy. Pero debido a que la evidencia directa sobre el antiguo alto alemán consiste solamente de manuscritos producidos en algunos pocos importantes centros eclesiásticos, no hay información de isoglosas del tipo en el que se basan los mapas dialectales modernos. Por esta razón, los dialectos del AAA pueden ser determinados como dialectos de monasterio.
Los principales dialectos del AAA, con sus respectivas diócesis y monasterios:
Alemán central
Franco medio: Tréveris, Echternach, Colonia
Franco del Rin: Lorsch, Espira, Worms, Maguncia, Fráncfort
Franco meridional del Rin: Weissenburg
Franco oriental: Fulda, Bamberg, Wurzburgo
Turingés: (no hay textos)
Franco occidental: dialectos conjeturados de los francos de la Galia del Norte
Alto alemán
Alemánico: Murbach, Reichenau, Sankt Gallen, Estrasburgo
Bavario: Frisinga, Passau, Ratisbona, Augsburgo, Ebersberg, Wessobrunn, Tegernsee, Salzburgo, Mondsee
Longobárdico: (no hay textos, incierto)
Hay algunos diferencias importantes entre la extensión geográfica de los dialectos de antiguo alto alemán y la del alemán moderno:
Ningún dialecto del alemán era hablado al este del río Elba - en el periodo del AAA el área estaba ocupada por pueblos eslavos, y no hubo asentamientos de pueblos germanos hasta el siglo XII.
El dialecto longobárdico, de los lombardos, que invadieron el norte de Italia en el siglo VI, puede haber sido un dialecto del alto alemán, si bien queda poca evidencia.
Los francos conquistaron el norte de Galia así como el sur del Loira; la frontera lingüística luego establecida aproximadamente a lo largo del curso del Mosa y el Mosela, con hablantes francos más al oeste siendo romanizados.
Con la victoria de Carlomagno sobre los Lombardos en 776, toda la gente hablante de alto alemán había sido incorporada al Imperio Franco. Los sajones y los frisones también fueron conquistados por Carlomagno, trayendo a todos los hablantes de germánico occidental del continente bajo el gobierno de los Francos. Sin embargo, ya que el lenguaje de la administración y de la iglesia era el latín, está unificación no llevó a ningún desarrollo de alguna variedad supra-regional del alemán hasta nacer del alto alemán reciente.
Textos.
La parte temprano del periodo vio considerable actividad misionera, y para el 800, todo el Imperio Franco había, en principio, sido cristianizado. Todos los manuscritos que contienen textos en antiguo alto alemán fueron escritos en escritorios eclesiásticos por escribas cuya principal tarea era escribir en latín más que en alemán. Consecuentemente, la mayoría de los textos en AAA eran de naturaleza religiosa y mostraban fuerte influencia del latín eclesiástico en el vocabulario. De hecho, la mayoría de los textos en prosa sobrevivientes son traducciones de originales en latín. Incluso trabajos seculares tales como Hildebrandslied son generalmente preservados solo porque fueron escritos en hojas sobrantes de códices religiosos.
El texto en AAA más temprano generalmente se dice que es el Códice Abrogans, un glosario latín antiguo-alto alemán datado entre el 750 y el 780 probablemente de Reichenau. Los Conjuros de Merseburgo del Siglo VIII, son los únicos vestigios de la literatura germana pre-Cristiana. Los textos más tempranos no dependientes de originales en Latín parecen ser el Hildebrandslied y la Plegaria Wessobrunn, ambos grabados en manuscritos de principios del Siglo IX, si bien se asume que los textos son derivados de copias anteriores.
El Bávaro Muspilli es el único sobreviviente de lo que debió haber sido una vasta tradición oral. Otros trabajos importantes son los Evangelienbuch de Otfried von Weissenburg, el corto pero espléndido Ludwigslied y el Georgslied del Siglo IX. La frontera con el alto alemán medio Temprano (desde aprox. 1050) no está clara. El ejemplo más impresionante de literatura en AAMT es el Annolied.
Ejemplos de textos.
Fuente: Braune/Ebbinghaus, Althochdeutsches Lesebuch, 15ta edn (Niemeyer,1969)
Fuente: Wikipedia.
Idioma anglosajón.
El inglés antiguo (también llamado idioma anglosajón) es una forma temprana del idioma inglés que se hablaba en buena parte de lo que hoy es Inglaterra entre los años 425 y 1125 aproximadamente. Era una lengua flexiva con mucha libertad en el orden de las palabras, al contrario del inglés actual. Guardaba una gran semejanza con otras lenguas germanas, especialmente con el frisón antiguo y el sajón antiguo, porque todavía no había recibido la influencia del francés que a partir del siglo XII provocaría el cambio del inglés antiguo al medio. Con los normandos en el poder, el inglés antiguo perdió el prestigio que tuvo anteriormente, lo que provocó que se desmembrara en multitud de dialectos, dialectos conocidos con el nombre de inglés medio.
El alfabeto del inglés antiguo todavía utilizaba algunos símbolos rúnicos, aunque la mayor parte de sus caracteres procedían del alfabeto latino. Nos quedan fragmentos de la literatura en anglosajón, que han tenido gran importancia en la reconstrucción de este idioma. La obra literaria más importante en lengua anglosajona que haya llegado a nuestros días es el "Beowulf", poema épico que cuenta las aventuras de ese héroe y que reúne él mismo cerca del 10% de toda la literatura anglosajona conocida. Uno de los mayores especialistas del siglo XX en este idioma fue el afamado escritor J.R.R. Tolkien.
Ejemplo.
El Padre Nuestro:
Fæder ure þu þe eart on heofonum,
Si þin nama gehalgod.
To becume þin rice,
gewurþe ðin willa, on eorðan swa swa on heofonum.
urne gedæghwamlican hlaf syle us todæg,
and forgyf us ure gyltas, swa swa we forgyfað urum gyltendum.
and ne gelæd þu us on costnunge, ac alys us of yfele. soþlice.
Fuente: Wikipedia.
El alfabeto del inglés antiguo todavía utilizaba algunos símbolos rúnicos, aunque la mayor parte de sus caracteres procedían del alfabeto latino. Nos quedan fragmentos de la literatura en anglosajón, que han tenido gran importancia en la reconstrucción de este idioma. La obra literaria más importante en lengua anglosajona que haya llegado a nuestros días es el "Beowulf", poema épico que cuenta las aventuras de ese héroe y que reúne él mismo cerca del 10% de toda la literatura anglosajona conocida. Uno de los mayores especialistas del siglo XX en este idioma fue el afamado escritor J.R.R. Tolkien.
Ejemplo.
El Padre Nuestro:
Fæder ure þu þe eart on heofonum,
Si þin nama gehalgod.
To becume þin rice,
gewurþe ðin willa, on eorðan swa swa on heofonum.
urne gedæghwamlican hlaf syle us todæg,
and forgyf us ure gyltas, swa swa we forgyfað urum gyltendum.
and ne gelæd þu us on costnunge, ac alys us of yfele. soþlice.
Fuente: Wikipedia.
domingo, 5 de octubre de 2008
Escritores medievales.(4)
Gregorio de Tours.
San Gregorio de Tours - Georgius Florentius Gregorius, es decir, Jorge Florencio Gregorio (*538 en Riom, cerca de Clermont - †594 en Tours) fue obispo de Tours, historiador de la iglesia, de los francos y de Auvernia. Gregorio pasó toda su vida en la Galia, sirviendo a los reyes merovingios de Austrasia.
Gregorio pertenecía a una prestigiosa e influyente familia galo-romana de rango senatorial cuyos miembros sirvieron anteriormente a los emperadores romanos y servían ahora a los reyes francos. Desde el siglo V estaban a cargo de de varias sedes episcopales, especialmente las de Lyon, Tours y Arles, mientras que su familia materna regentaba la de Langres.
Su padre murió siendo él muy joven, por lo que creció con su madre cerca de Cavaillon. Luego se trasladó a Clermont, donde su formación estuvo a cargo de su tío Gall, obispo de Clermont (†551) y del archidiácono Avit. En 563 fue enviado a Lyon, para acabar sus estudios con su tío Nizier, obispo de Lyon.
Poco después, fue ordenado diácono y se establece en la basílica de Saint-Julien de Brioude, donde permaneció hasta el año 573.
En 573, teniendo 34 años de edad, fue designado para suceder a su primo materno Eufronio como obispo de Tours gracias a la buena voluntad del rey Sigeberto I de Austrasia (561-575) y de la reina Brunegilda. Esta ciudad estaba bajo autoridad austrasiana y era una de las más importantes sedes episcopales de la Galia.
A partir de entonces ejerció su episcopado en el marco de las luchas civiles que desgarran el reino franco durante la segunda mitad del siglo VI. Viajó con mucha frecuencia para asistir a concilios o tratar asuntos políticos.
Por sus orígenes y su gran cultura, Gregorio es un heredero de la Antigüedad, lector de Virgilio, Sidonio Apolinar y Marciano Capella.
Escribió varios libros, incluyendo vidas de santos, pero su obra principal son sus Decem Libri Historiarum o Diez libros de historia, mejor conocida como Historia Francorum o Historia de los francos. Es la fuente contemporánea más importante para la historia de los merovingios.
Hagiografía.
Su libro "Vida de los Padres" comprende las hagiografías de veinte de los más destacados hombres de la generación precedente a la suya propia, conteniendo una amplia gama de la comunidad espiritual a principios de la Galia medieval que incluye la vida de obispos, clérigos, monjes, abades, hombres santos y ermitaños. La palabra 'Vida' es utilizada en singular para el título de la colección de vidas, a fin de dar una imagen uniforme de la naturaleza gloriosa del estilo de la vida cristiana en general, para lo que su contenido desarrolla cada vida individualmente, llevando así a cabo aspectos específicos de un solo gran ideal. Por ejemplo, San Ilídio (St. Illidius, Saint-Allyre), obispo de Clermont por el A.D. 384, es alabado por su Pureza de Corazón, el abad San Brachio por su Disciplina y Determinación en el estudio de las Escrituras, San Patroclo de Bourges por su Inquebrantable Fe al afrontar la debilidad, y San Nicetius de Lyon, por su Justicia. Pero se trata de la vida de San Nicetius de Trier, sin embargo, la que predomina en este libro; su gran sentido de la autoridad y de la responsabilidad episcopal, que es el centro de atención de Gregorio, cuenta que su figura, predestinada a ser grande, lidera la vida de los demás.
Fuente: Wikipedia.
San Gregorio de Tours - Georgius Florentius Gregorius, es decir, Jorge Florencio Gregorio (*538 en Riom, cerca de Clermont - †594 en Tours) fue obispo de Tours, historiador de la iglesia, de los francos y de Auvernia. Gregorio pasó toda su vida en la Galia, sirviendo a los reyes merovingios de Austrasia.
Gregorio pertenecía a una prestigiosa e influyente familia galo-romana de rango senatorial cuyos miembros sirvieron anteriormente a los emperadores romanos y servían ahora a los reyes francos. Desde el siglo V estaban a cargo de de varias sedes episcopales, especialmente las de Lyon, Tours y Arles, mientras que su familia materna regentaba la de Langres.
Su padre murió siendo él muy joven, por lo que creció con su madre cerca de Cavaillon. Luego se trasladó a Clermont, donde su formación estuvo a cargo de su tío Gall, obispo de Clermont (†551) y del archidiácono Avit. En 563 fue enviado a Lyon, para acabar sus estudios con su tío Nizier, obispo de Lyon.
Poco después, fue ordenado diácono y se establece en la basílica de Saint-Julien de Brioude, donde permaneció hasta el año 573.
En 573, teniendo 34 años de edad, fue designado para suceder a su primo materno Eufronio como obispo de Tours gracias a la buena voluntad del rey Sigeberto I de Austrasia (561-575) y de la reina Brunegilda. Esta ciudad estaba bajo autoridad austrasiana y era una de las más importantes sedes episcopales de la Galia.
A partir de entonces ejerció su episcopado en el marco de las luchas civiles que desgarran el reino franco durante la segunda mitad del siglo VI. Viajó con mucha frecuencia para asistir a concilios o tratar asuntos políticos.
Por sus orígenes y su gran cultura, Gregorio es un heredero de la Antigüedad, lector de Virgilio, Sidonio Apolinar y Marciano Capella.
Escribió varios libros, incluyendo vidas de santos, pero su obra principal son sus Decem Libri Historiarum o Diez libros de historia, mejor conocida como Historia Francorum o Historia de los francos. Es la fuente contemporánea más importante para la historia de los merovingios.
Hagiografía.
Su libro "Vida de los Padres" comprende las hagiografías de veinte de los más destacados hombres de la generación precedente a la suya propia, conteniendo una amplia gama de la comunidad espiritual a principios de la Galia medieval que incluye la vida de obispos, clérigos, monjes, abades, hombres santos y ermitaños. La palabra 'Vida' es utilizada en singular para el título de la colección de vidas, a fin de dar una imagen uniforme de la naturaleza gloriosa del estilo de la vida cristiana en general, para lo que su contenido desarrolla cada vida individualmente, llevando así a cabo aspectos específicos de un solo gran ideal. Por ejemplo, San Ilídio (St. Illidius, Saint-Allyre), obispo de Clermont por el A.D. 384, es alabado por su Pureza de Corazón, el abad San Brachio por su Disciplina y Determinación en el estudio de las Escrituras, San Patroclo de Bourges por su Inquebrantable Fe al afrontar la debilidad, y San Nicetius de Lyon, por su Justicia. Pero se trata de la vida de San Nicetius de Trier, sin embargo, la que predomina en este libro; su gran sentido de la autoridad y de la responsabilidad episcopal, que es el centro de atención de Gregorio, cuenta que su figura, predestinada a ser grande, lidera la vida de los demás.
Fuente: Wikipedia.
Escritores medievales.(3)
Gautier de Coincy
Gautier de Coincy (o de Coincy, a veces también escrito como Gauthier) es un importante autor de la literatura medieval en Francia (nació en 1178 en Coincy, falleció en 1236 en el Monasterio de Saint-Médard de Soissons, donde había sido monje benedictino y abad).
"Milagros de Nuestra Señora"
Su fama se debe a una obra, los « Miracles de Nostre Dame » (Milagros de Nuestra Señora), que recoge una serie de leyendas marianas, algunas de ellas muy difundidas en la Edad Media (por ejemplo, la leyenda de Teófilo, sacerdote que vende su alma al diablo). Comienza a escribir el libro en 1218, siendo prior en Vic-sur-Aisne. Durante diez años, va enviando sus manuscritos a su amigo Robert de Dives, quien los hace copiar en manuscritos ilustrados. En total, la obra contiene unos 30.000 versos; entre las leyendas se intercalan también algunas poesías, quizá contrafacturas de textos profanos.
Ediciones modernas de sus obras.
Bibliografía.
Arlette P. Ducrot-Ganderye, Études sur les « Miracles de Notre Dame » de Gautier de Coinci, Helsinki, 1932 (Réimpression : Slatkine, Genève, 1980).
Jean-Louis Benoit, L'Art littéraire dans les miracles de Nostre Dame de Gautier de Coinci, 619 pages, Presses Universitaires du Septentrion, Lille, 1998 - ISBN 2-7295-2044-9
Paul Collet, Glossaire et index critiques des œuvres d'attribution certaine de Gautier de Coinci, Droz, Genève, 2000 - ISBN 2-600-00358-4.
Nancy B. Black, Woman as savior: the Virgin Mary and the empress of Rome in Gautier de Coinci's Miracles, Romanic Review, 88:4, 1997, p. 503-517.
Gaston Paris et Ulysse Robert, Miracles de Nostre Dame par personnages, 7 vol., SATF, Paris, 1876-1883 (con las correcciones propuestas en: Rudolf Glutz, Miracles de Nostre Dame par personnages. Kritische Bibliographie und neue Studien zu Text, Entstehungszeit und Herkunft, Akademie-Verlag, Berlin, 1954)
Fuente: Wikipedia.
Gautier de Coincy (o de Coincy, a veces también escrito como Gauthier) es un importante autor de la literatura medieval en Francia (nació en 1178 en Coincy, falleció en 1236 en el Monasterio de Saint-Médard de Soissons, donde había sido monje benedictino y abad).
"Milagros de Nuestra Señora"
Su fama se debe a una obra, los « Miracles de Nostre Dame » (Milagros de Nuestra Señora), que recoge una serie de leyendas marianas, algunas de ellas muy difundidas en la Edad Media (por ejemplo, la leyenda de Teófilo, sacerdote que vende su alma al diablo). Comienza a escribir el libro en 1218, siendo prior en Vic-sur-Aisne. Durante diez años, va enviando sus manuscritos a su amigo Robert de Dives, quien los hace copiar en manuscritos ilustrados. En total, la obra contiene unos 30.000 versos; entre las leyendas se intercalan también algunas poesías, quizá contrafacturas de textos profanos.
Ediciones modernas de sus obras.
Bibliografía.
Arlette P. Ducrot-Ganderye, Études sur les « Miracles de Notre Dame » de Gautier de Coinci, Helsinki, 1932 (Réimpression : Slatkine, Genève, 1980).
Jean-Louis Benoit, L'Art littéraire dans les miracles de Nostre Dame de Gautier de Coinci, 619 pages, Presses Universitaires du Septentrion, Lille, 1998 - ISBN 2-7295-2044-9
Paul Collet, Glossaire et index critiques des œuvres d'attribution certaine de Gautier de Coinci, Droz, Genève, 2000 - ISBN 2-600-00358-4.
Nancy B. Black, Woman as savior: the Virgin Mary and the empress of Rome in Gautier de Coinci's Miracles, Romanic Review, 88:4, 1997, p. 503-517.
Gaston Paris et Ulysse Robert, Miracles de Nostre Dame par personnages, 7 vol., SATF, Paris, 1876-1883 (con las correcciones propuestas en: Rudolf Glutz, Miracles de Nostre Dame par personnages. Kritische Bibliographie und neue Studien zu Text, Entstehungszeit und Herkunft, Akademie-Verlag, Berlin, 1954)
Fuente: Wikipedia.
Escritores medievales.(2)
Cesáreo de Arlés.
Cesáreo de Arlés nació en Francia en la zona de Châlons-sur-Saône en el 470-471 de familia rica en virtudes, si no en bienes de fortuna: parentes atque prosapies supra omnes concives suos de fide potius et moribus floruerunt.
Niñez.
De niño era tan generoso que regalaba su ropa a los pobres y al llegar a casa medio desnudo decía a sus padres “que se la habían robado”. A los 18 años, sin consultarlo con sus padres, pidió a su obispo Silvestre entrar en el orden clerical. Su familia, aunque con dificultad, aceptó este paso, toda vez que no compartía que dejase la casa paterna. Pero poco después, deseoso de mayor entrega a Dios, huyó al célebre monasterio en la isla de Lérins, frente a Marsella, célebre por su intensa vida religiosa hasta el punto que de hecho se había convertido en seminario del episcopado francés. Para alcanzar su propósito debió escapar de las personas que su madre había mandado para hacerlo volver a casa, salvando a nado un río.
En Lérins coepit esse in vigiliis promptus, in observatione sollicitus, in obauditione festinus, in labore devotus, in humilitate praecipuus, in mansuetudine singularis (Vita I, 1, 5) aprendiendo la vida monástica a partir de las severísimas Instructiones del abad Fausto. Combatía sin descanso el propio yo, ejercitaba para con los hermanos la más amplia caridad, se guardaba de las menores negligencias a la regla, incluso involuntarias, las cuales, cuando se hacen frecuentes, pueden incubar fuertes caídas imprevistas, se mostraba siempre atento a los movimientos de su corazón y por la tarde examinaba bien su conciencia para corregir al día siguiente las faltas cometidas.
Los superiores le encomendaron el cargo de despensero, que se daba únicamente a monjes de costumbres irreprensibles, sabios, prudentes y sobrios. Debía ocuparse de las necesidades materiales de los monjes, de los huéspedes, de los enfermos. Tomó la actitud de distribuir lo necesario a quienes, por espíritu de renuncia, no pedían nada para sí, y se negaba a satisfacer las peticiones de quienes sabía que no tenían tales necesidades, por más que insistieran. Este proceder levantó tales antipatías entre estos últimos que el abad Porcario decidió exonerarlo de su cargo, con gran alegría para Cesáreo. Movido por el espíritu de rígido ascetismo que había aprendido en las Instructiones se entregó a penitencias excesivas que acabaron minando su salud. Porcario lo mandó entonces a Arlés para que se recuperase. Así fue como abandonó, después de cinco o seis años (490-496) aquel lugar en el que había soñado pasar toda la vida.
Época.
Arlés era una ciudad portuaria, con todo el ambiente moral que esto significa, pero también era la primera metrópolis eclesiástica de la Galia, con sacerdotes de costumbres ejemplares e intensa vida de piedad en muchos fieles. Entre ellos se encontraban dos nobles, el senador Firmino y la viuda Gregoria, que socorrían a los pobres y acogían círculos de las personas más nobles y cultas que pasaban por la ciudad. En Arlés la abadía de Lérins se tenía como era el culmen de la santidad, a la que dirigían consultas, peticiones, etc. y correspondían acogiendo con todos los honores a sus monjes cuando estos debían ir a la ciudad.
Firmino y Gregoria, descubriendo en el monje Cesáreo un entendimiento bien dotado, lo pusieron bajo la guía del orador Pomerio, uno de los últimos representantes de la tradición escolástica romana, con el fin de que uniera en sí las virtudes monásticas y la finura del gusto artístico.
Creencia Religiosa.
La lectura de las pasiones humanas, tan vivamente descritas en los autores clásicos, turbaban el ánimo de Cesáreo, acostumbrado a las lecturas y estilo de vida monástico. Después de un sueño, que le pareció un aviso de Dios contra tales lecturas, abandonó los libros de sabiduría humana. No por ello rompió con el maestro, que influido por su discípulo entró en el clero y utilizó en adelante su saber retórico al servicio del Evangelio.
Firmino y Gregoria lo presentaron al obispo de la ciudad, Eón, el cual al saber que eran de la misma tierra e incluso parientes, se alegró mucho y, después de reiteradas insistencias, logró que el abad Porcario le permitiese agregarlo a su clero. Una vez sacerdote, lo nombró abad de un monasterio cercano a la ciudad. Los monjes, carentes de regla y de abad, vivían como otros muchos en Francia, de modo desordenado y a la mínima dificultad pasaban de un monasterio a otro. En tres años Cesáreo logró que cundiese una saludable disciplina. De esta época son sus Sermones ad monachos.
El obispo Eón, anciano y achacoso, reunió el clero y los más eminentes ciudadanos de Arlés y les confesó su dolor porque, a causa de sus enfermedades, en los últimos años no había cuidado como debería a sus ovejas y se había relajado la disciplina eclesiástica. Creía que su responsabilidad delante de Dios no sería tan grande si proveía a disponer un sucesor que pudiera restablecerla como antes y dio el nombre de Cesáreo, con el parecer favorable de la asamblea.
Herencia de la Propiedad.
A la muerte del obispo, Cesáreo huyó para no ser nombrado obispo, pero lo encontraron y lo trajeron a la ciudad, donde acabó aceptando este cargo. La diócesis de Arlés competía con la de Viena del Delfinado por el título primado de la Galia. Tras una larga historia, Cesáreo heredó una provincia eclesiástica que comprendía 27 obispados.
Vivió sin embargo toda su vida como un monje, lleno de austeridad, vendiendo todos los objetos preciosos del servicio doméstico. Se levantaba a rezar de noche, introdujo la liturgia de las horas en una iglesia de Arlés. Luchó por aumentar el nivel cultural y la instrucción religiosa de la gente, sin ceder al falso prejuicio de que la incultura fomenta la religiosidad. Para formar clérigos instituyó una escuela episcopal y numerosas escuelas parroquiales, no admitiendo a los órdenes a quien no hubiera leído al menos cuatro veces toda la Biblia. En la comida tenía lectura y solía preguntar a los comensales sobre el contenido de lo leído.
Estaba convencido de que su deber era predicar la Palabra de Dios y lo hacía con grande dedicación. Pero ninguna de sus predicaciones superaba los quince minutos, para no abusar de la paciencia de la gente. En una ocasión no dudó en bajar del ambón y correr tras las personas al ver que salían de la iglesia al empezar el sermón; en adelante se cerraban las puertas del templo en ese momento. Desde el púlpito enseñaba a observar actitudes reverentes dentro de la iglesia, pues muchos se sentaban en el suelo sin cuidar sus posturas. Acostumbrado a la obediencia monástica, la exigía de todos con energía; era muy exigente con los jóvenes y pecadores. Su severidad iba unida sin embargo a la compasión. Para los pobres hizo construir un hospital de gran tamaño en el que cuidó que no faltase nada. En una época en que se flagelaba a los siervos desobedientes hasta la muerte, él no permitía que se pasara de treinta y nueve golpes de vara. Recorría una vez al año toda la diócesis.
Vida política y situación.
Por acusaciones políticas el rey Alarico lo hizo deportar a Burdeos (se decía de él que quería pasarse al reino enemigo de los francos). Cuando se descubrió la verdad, el acusador salvó la vida sólo por intercesión de Cesáreo.
Convocó el "Concilio de Agde", que organizó la disciplina de la Iglesia, en colaboración con el poder civil, algo así como la reglamentación eclesiástica, que complementaba el Breviarius (código civil) de Alarico. Aquí demostró el obispo un admirable espíritu organizador. Pero todo ese edificio de paz y concordia que se estaba construyendo cayó cuando Alarico murió y el reino visigodo se desmembró. Los francos pusieron sitio a Arles, cuyos ciudadanos se defendieron con valor, dando tiempo a la llegada de los refuerzos de Teodorico. Durante el asedio un pariente del obispo huyó de la ciudad descolgándose de las murallas y se pasó al enemigo. Un grupo de judíos entonces azuzaron al pueblo para que linchara al obispo por traidor, pero las circunstancias lo impidieron y pasada la furia se descubrió que este grupo había pactado con el enemigo entregar la ciudad con tal de que no los alcanzara la venganza.
La guerra dejó devastación, hambre, ruinas, graves pestilencias, prisioneros. Aquí es donde se mostró la talla del obispo Cesáreo. Para salvar a los prisioneros no dudó en vender los objetos preciosos del culto, como Lorenzo, Ambrosio y Epifanio. Su caridad llegó a los desventurados de ambos bandos, hasta el punto que los reyes enemigos le enviaron tres barcos cargados de grano, como signo de gratitud por su atención a los prisioneros de su bando que él había atendido. Nuevamente se pensó que había entre él y esos reyes algún pacto y se le ordenó que se presentara en la corte de Rávena. El rey Teodorico, al verlo llegar pobre y con aspecto venerable, se descubrió ante él y lo trató con honores. Le regaló un plato de plata, pidiéndole que lo guardara como recuerdo suyo, pero a los tres días ya la había vendido y con lo recabado liberó algunos prisioneros. Las gentes necesitadas de la ciudad entonces acudían en masa a él, para pedirle por sus necesidades, y no teniendo qué darles, pidió a varios personajes de la corte que lo ayudaran con sus bienes para hacer la caridad. El Papa Símaco lo quiso conocer y al llegar a Roma le concedió el palio, a sus diáconos el uso de la dalmática, le renovó el título de metropolita y de vicario de la Santa Sede, además de primado de Galia e Hispania.
De vuelta en Arlés ayudó mucho a Cesáreo la amistad con el prefecto Liberio, hombre recto y bueno que gobernó la provincia con grande humanidad. En las discusiones entre pelagianos y agustinianos, Cesáreo tomó parte por estos últimos y logró convocar el concilio de Orange (año 529), y darle valor ecuménico al obtener del Papa un documento base sobre la doctrina recta que todos suscribieron, así como la aprobación del documento final. Convocó otros cuatro concilios. En uno de ellos, el de Vaison, logró que se diera a los simples sacerdotes el derecho a predicar, porque en el campo, donde el obispo más difícilmente llegaba, reinaba la más absoluta ignorancia religiosa. Un siglo antes el Papa Celestino había prohibido que predicaran los sacerdotes, preocupado por su falta de formación, por la desorientación que podían causar entre la gente.
Terminó sus años dedicado a la predicación y al monasterio femenino de san Juan, puesto bajo la guía de su hermana Cesaria. Para ellas escribió la primera Regla femenina que abarca sistemáticamente toda la vida de las monjas. Hasta entonces existían ordenamientos varios que no alcanzan a constituir una Regla. Revisó varias veces esta Regla hasta el final de su vida, en que le añadió la Recapitulatio para fijar definitivamente los puntos más importantes. A sus hijas espirituales dirigió tres cartas exhortatorias, a ellas su testamento, a ellas quiso ser conducido cuando sintió próximo el fin de su vida terrena, que tuvo lugar el 543.
Obras.
Obras dogmáticas.
En ellas no profundiza los contenidos de la fe (no es un especulativo, sino un catequista). Lo vemos, por ejemplo, en una obra escrita para dar a los católicos los principales argumentos de la Escritura con que refutar el error arriano: De mysterio sanctae Trinitatis. Hallamos que no es una obra original, sino un compendio de dos siglos de reflexión teológica de la Iglesia. Los cristianos, obligados a vivir con dominadores arrianos, no siempre salían con honor de las disputas con ellos por su falta de preparación. Este libro les quiere ofrecer herramientas para defender su fe; por eso es sencillo, al alcance de todos.
Sobre el problema del pelagianismo escribe: Quid domnus Caesarius senserit contra eos qui dicunt quare aliis det deus gratiam, aliis non det, además de los Capitula Sanctorum Patrum y los Capitula Sancti Augustini in urbe Roma transmisa. Acepta en estas obras sin discutirlas las enseñanzas agustinianas sobre la gracia, incluso en sus conclusiones más extremas (se condenan también quienes sin culpa no pueden recibir el bautismo).
Reglas.
Regula ad monachos. Se trata de una regla dada por el obispo a todos los monasterios de su diócesis. Su piedra angular es la estabilidad: Imprimis, si quis ad conversionem venerit, ea conditione excipiatur, ut usque ad mortem suam ibi perseveret. Trataba de evitar así el problemas de los monjes que erraban de monasterio en monasterio, los gyrovagi, o los nobles que al sentir el orgullo herido con la primera reprensión del superior dejaban la vocación. En segundo lugar, la pobreza: los monjes debían vender todos sus haberes en bien de sus parientes o del monasterio. Todo lo que llevaran debían entregarlo al abad, que se lo devolvería si lo necesitaban o en caso contrario se lo daría a otros. La vida era toda en común, sin celdas ni armarios privados.
Regula ad virgines. Como hemos dicho, es la primera verdadera regla femenina. Las de Basilio, Ambrosio, Evagrio o Jerónimo son más bien exhortaciones, lo mismo que la carta 211 de san Agustín. Se trata de una regla paternal y comprensiva, que daba plena autonomía al monasterio respecto del obispo en su disciplina interna y la elección de la abadesa. El Papa Hormisda confirmó este decreto. Dicha regla fue adoptada en Italia, en el Rin, en Galia, y en muchos casos adaptada a los hombres.
Homilías.
Dirigidas unas al público culto de su ciudad, otras a los rústicos de su diócesis. Dado que todos los sacerdotes deben predicar, pero no todos tienen la formación para hacerlo, hace colecciones de homilías, suyas o de otros autores, y las manda como subsidios. Sus homilías se distinguen por una absoluta claridad, sin rehuir el tratar directamente ningún problema moral, sea el adulterio, sea el sacrilegio de quienes corren tras los adivinos y supersticiones, tan comunes y difundidas en su tiempo.
Además conservamos su testamento espiritual y algunas cartas suyas.
Juicio.
Cesáreo de Arlés no es un político, no es un literato, sino un monje, un apóstol, un santo. No sintió el atractivo de la cultura profana, no escribió para dejar un nombre tras de sí, aunque no le faltaban dotes que hubieran podido hacer de él un literato: la fuerza del sentimiento, el amor de la belleza, sentido de la moderación. No busca ser original en los libros de teología: acepta las conclusiones y razones aducidas por otros. De su parte pone el fuego de la exhortación, la paternidad del consejo, la persuasión. Y por eso su prosa, que él mismo llama rusticissima, porque no obedece a las leyes retóricas, sino al afán de hacerse entender por la gente sencilla, discurre limpia y clara, y encuentra el camino del corazón porque nace del amor.
Espíritu eminentemente práctico, gran organizador, apóstol y santo, trabaja por la unidad espiritual de Galia, combate los errores dogmáticos de su tiempo, trata de restablecer las buenas costumbres, de afianzar la disciplina eclesiástica, la vida religiosa, de mejorar el reclutamiento y formación del clero, de fomentar entre ellos el ministerio de la predicación, de ayudarlos en esta tarea, siempre fiel a la Santa Sede.
Fuentes.
Como fuente principal para su vida contamos con los datos de la Vita S. Cesarii, escrita por cinco discípulos suyos. En este relato se expone como propósito el narrar la verdad de los hechos, sin grandes pretensiones literarias: Unum tamen hoc in praesentis opusculi devotione a lectoribus postulamus, ut... non arguant quod stylus noster videtur pompa verborum et cautela artis grammaticae destitutus, quia actus nobis et verba vel merita tanti viri cum veritate narrantibus lux sufficit eius operum et ornamenta virtutum. [...] Meretur siquidem hoc et Christi virginum pura sinceritas, ut nihil fucatum, nihil mundana arte compositum, aut oculis offeratur, aut placiturum: sed de fonte simplicis veritatis manantia purissimae relationis verba suscipiant (Praef. 2).
Fuente: Wikipedia.
Cesáreo de Arlés nació en Francia en la zona de Châlons-sur-Saône en el 470-471 de familia rica en virtudes, si no en bienes de fortuna: parentes atque prosapies supra omnes concives suos de fide potius et moribus floruerunt.
Niñez.
De niño era tan generoso que regalaba su ropa a los pobres y al llegar a casa medio desnudo decía a sus padres “que se la habían robado”. A los 18 años, sin consultarlo con sus padres, pidió a su obispo Silvestre entrar en el orden clerical. Su familia, aunque con dificultad, aceptó este paso, toda vez que no compartía que dejase la casa paterna. Pero poco después, deseoso de mayor entrega a Dios, huyó al célebre monasterio en la isla de Lérins, frente a Marsella, célebre por su intensa vida religiosa hasta el punto que de hecho se había convertido en seminario del episcopado francés. Para alcanzar su propósito debió escapar de las personas que su madre había mandado para hacerlo volver a casa, salvando a nado un río.
En Lérins coepit esse in vigiliis promptus, in observatione sollicitus, in obauditione festinus, in labore devotus, in humilitate praecipuus, in mansuetudine singularis (Vita I, 1, 5) aprendiendo la vida monástica a partir de las severísimas Instructiones del abad Fausto. Combatía sin descanso el propio yo, ejercitaba para con los hermanos la más amplia caridad, se guardaba de las menores negligencias a la regla, incluso involuntarias, las cuales, cuando se hacen frecuentes, pueden incubar fuertes caídas imprevistas, se mostraba siempre atento a los movimientos de su corazón y por la tarde examinaba bien su conciencia para corregir al día siguiente las faltas cometidas.
Los superiores le encomendaron el cargo de despensero, que se daba únicamente a monjes de costumbres irreprensibles, sabios, prudentes y sobrios. Debía ocuparse de las necesidades materiales de los monjes, de los huéspedes, de los enfermos. Tomó la actitud de distribuir lo necesario a quienes, por espíritu de renuncia, no pedían nada para sí, y se negaba a satisfacer las peticiones de quienes sabía que no tenían tales necesidades, por más que insistieran. Este proceder levantó tales antipatías entre estos últimos que el abad Porcario decidió exonerarlo de su cargo, con gran alegría para Cesáreo. Movido por el espíritu de rígido ascetismo que había aprendido en las Instructiones se entregó a penitencias excesivas que acabaron minando su salud. Porcario lo mandó entonces a Arlés para que se recuperase. Así fue como abandonó, después de cinco o seis años (490-496) aquel lugar en el que había soñado pasar toda la vida.
Época.
Arlés era una ciudad portuaria, con todo el ambiente moral que esto significa, pero también era la primera metrópolis eclesiástica de la Galia, con sacerdotes de costumbres ejemplares e intensa vida de piedad en muchos fieles. Entre ellos se encontraban dos nobles, el senador Firmino y la viuda Gregoria, que socorrían a los pobres y acogían círculos de las personas más nobles y cultas que pasaban por la ciudad. En Arlés la abadía de Lérins se tenía como era el culmen de la santidad, a la que dirigían consultas, peticiones, etc. y correspondían acogiendo con todos los honores a sus monjes cuando estos debían ir a la ciudad.
Firmino y Gregoria, descubriendo en el monje Cesáreo un entendimiento bien dotado, lo pusieron bajo la guía del orador Pomerio, uno de los últimos representantes de la tradición escolástica romana, con el fin de que uniera en sí las virtudes monásticas y la finura del gusto artístico.
Creencia Religiosa.
La lectura de las pasiones humanas, tan vivamente descritas en los autores clásicos, turbaban el ánimo de Cesáreo, acostumbrado a las lecturas y estilo de vida monástico. Después de un sueño, que le pareció un aviso de Dios contra tales lecturas, abandonó los libros de sabiduría humana. No por ello rompió con el maestro, que influido por su discípulo entró en el clero y utilizó en adelante su saber retórico al servicio del Evangelio.
Firmino y Gregoria lo presentaron al obispo de la ciudad, Eón, el cual al saber que eran de la misma tierra e incluso parientes, se alegró mucho y, después de reiteradas insistencias, logró que el abad Porcario le permitiese agregarlo a su clero. Una vez sacerdote, lo nombró abad de un monasterio cercano a la ciudad. Los monjes, carentes de regla y de abad, vivían como otros muchos en Francia, de modo desordenado y a la mínima dificultad pasaban de un monasterio a otro. En tres años Cesáreo logró que cundiese una saludable disciplina. De esta época son sus Sermones ad monachos.
El obispo Eón, anciano y achacoso, reunió el clero y los más eminentes ciudadanos de Arlés y les confesó su dolor porque, a causa de sus enfermedades, en los últimos años no había cuidado como debería a sus ovejas y se había relajado la disciplina eclesiástica. Creía que su responsabilidad delante de Dios no sería tan grande si proveía a disponer un sucesor que pudiera restablecerla como antes y dio el nombre de Cesáreo, con el parecer favorable de la asamblea.
Herencia de la Propiedad.
A la muerte del obispo, Cesáreo huyó para no ser nombrado obispo, pero lo encontraron y lo trajeron a la ciudad, donde acabó aceptando este cargo. La diócesis de Arlés competía con la de Viena del Delfinado por el título primado de la Galia. Tras una larga historia, Cesáreo heredó una provincia eclesiástica que comprendía 27 obispados.
Vivió sin embargo toda su vida como un monje, lleno de austeridad, vendiendo todos los objetos preciosos del servicio doméstico. Se levantaba a rezar de noche, introdujo la liturgia de las horas en una iglesia de Arlés. Luchó por aumentar el nivel cultural y la instrucción religiosa de la gente, sin ceder al falso prejuicio de que la incultura fomenta la religiosidad. Para formar clérigos instituyó una escuela episcopal y numerosas escuelas parroquiales, no admitiendo a los órdenes a quien no hubiera leído al menos cuatro veces toda la Biblia. En la comida tenía lectura y solía preguntar a los comensales sobre el contenido de lo leído.
Estaba convencido de que su deber era predicar la Palabra de Dios y lo hacía con grande dedicación. Pero ninguna de sus predicaciones superaba los quince minutos, para no abusar de la paciencia de la gente. En una ocasión no dudó en bajar del ambón y correr tras las personas al ver que salían de la iglesia al empezar el sermón; en adelante se cerraban las puertas del templo en ese momento. Desde el púlpito enseñaba a observar actitudes reverentes dentro de la iglesia, pues muchos se sentaban en el suelo sin cuidar sus posturas. Acostumbrado a la obediencia monástica, la exigía de todos con energía; era muy exigente con los jóvenes y pecadores. Su severidad iba unida sin embargo a la compasión. Para los pobres hizo construir un hospital de gran tamaño en el que cuidó que no faltase nada. En una época en que se flagelaba a los siervos desobedientes hasta la muerte, él no permitía que se pasara de treinta y nueve golpes de vara. Recorría una vez al año toda la diócesis.
Vida política y situación.
Por acusaciones políticas el rey Alarico lo hizo deportar a Burdeos (se decía de él que quería pasarse al reino enemigo de los francos). Cuando se descubrió la verdad, el acusador salvó la vida sólo por intercesión de Cesáreo.
Convocó el "Concilio de Agde", que organizó la disciplina de la Iglesia, en colaboración con el poder civil, algo así como la reglamentación eclesiástica, que complementaba el Breviarius (código civil) de Alarico. Aquí demostró el obispo un admirable espíritu organizador. Pero todo ese edificio de paz y concordia que se estaba construyendo cayó cuando Alarico murió y el reino visigodo se desmembró. Los francos pusieron sitio a Arles, cuyos ciudadanos se defendieron con valor, dando tiempo a la llegada de los refuerzos de Teodorico. Durante el asedio un pariente del obispo huyó de la ciudad descolgándose de las murallas y se pasó al enemigo. Un grupo de judíos entonces azuzaron al pueblo para que linchara al obispo por traidor, pero las circunstancias lo impidieron y pasada la furia se descubrió que este grupo había pactado con el enemigo entregar la ciudad con tal de que no los alcanzara la venganza.
La guerra dejó devastación, hambre, ruinas, graves pestilencias, prisioneros. Aquí es donde se mostró la talla del obispo Cesáreo. Para salvar a los prisioneros no dudó en vender los objetos preciosos del culto, como Lorenzo, Ambrosio y Epifanio. Su caridad llegó a los desventurados de ambos bandos, hasta el punto que los reyes enemigos le enviaron tres barcos cargados de grano, como signo de gratitud por su atención a los prisioneros de su bando que él había atendido. Nuevamente se pensó que había entre él y esos reyes algún pacto y se le ordenó que se presentara en la corte de Rávena. El rey Teodorico, al verlo llegar pobre y con aspecto venerable, se descubrió ante él y lo trató con honores. Le regaló un plato de plata, pidiéndole que lo guardara como recuerdo suyo, pero a los tres días ya la había vendido y con lo recabado liberó algunos prisioneros. Las gentes necesitadas de la ciudad entonces acudían en masa a él, para pedirle por sus necesidades, y no teniendo qué darles, pidió a varios personajes de la corte que lo ayudaran con sus bienes para hacer la caridad. El Papa Símaco lo quiso conocer y al llegar a Roma le concedió el palio, a sus diáconos el uso de la dalmática, le renovó el título de metropolita y de vicario de la Santa Sede, además de primado de Galia e Hispania.
De vuelta en Arlés ayudó mucho a Cesáreo la amistad con el prefecto Liberio, hombre recto y bueno que gobernó la provincia con grande humanidad. En las discusiones entre pelagianos y agustinianos, Cesáreo tomó parte por estos últimos y logró convocar el concilio de Orange (año 529), y darle valor ecuménico al obtener del Papa un documento base sobre la doctrina recta que todos suscribieron, así como la aprobación del documento final. Convocó otros cuatro concilios. En uno de ellos, el de Vaison, logró que se diera a los simples sacerdotes el derecho a predicar, porque en el campo, donde el obispo más difícilmente llegaba, reinaba la más absoluta ignorancia religiosa. Un siglo antes el Papa Celestino había prohibido que predicaran los sacerdotes, preocupado por su falta de formación, por la desorientación que podían causar entre la gente.
Terminó sus años dedicado a la predicación y al monasterio femenino de san Juan, puesto bajo la guía de su hermana Cesaria. Para ellas escribió la primera Regla femenina que abarca sistemáticamente toda la vida de las monjas. Hasta entonces existían ordenamientos varios que no alcanzan a constituir una Regla. Revisó varias veces esta Regla hasta el final de su vida, en que le añadió la Recapitulatio para fijar definitivamente los puntos más importantes. A sus hijas espirituales dirigió tres cartas exhortatorias, a ellas su testamento, a ellas quiso ser conducido cuando sintió próximo el fin de su vida terrena, que tuvo lugar el 543.
Obras.
Obras dogmáticas.
En ellas no profundiza los contenidos de la fe (no es un especulativo, sino un catequista). Lo vemos, por ejemplo, en una obra escrita para dar a los católicos los principales argumentos de la Escritura con que refutar el error arriano: De mysterio sanctae Trinitatis. Hallamos que no es una obra original, sino un compendio de dos siglos de reflexión teológica de la Iglesia. Los cristianos, obligados a vivir con dominadores arrianos, no siempre salían con honor de las disputas con ellos por su falta de preparación. Este libro les quiere ofrecer herramientas para defender su fe; por eso es sencillo, al alcance de todos.
Sobre el problema del pelagianismo escribe: Quid domnus Caesarius senserit contra eos qui dicunt quare aliis det deus gratiam, aliis non det, además de los Capitula Sanctorum Patrum y los Capitula Sancti Augustini in urbe Roma transmisa. Acepta en estas obras sin discutirlas las enseñanzas agustinianas sobre la gracia, incluso en sus conclusiones más extremas (se condenan también quienes sin culpa no pueden recibir el bautismo).
Reglas.
Regula ad monachos. Se trata de una regla dada por el obispo a todos los monasterios de su diócesis. Su piedra angular es la estabilidad: Imprimis, si quis ad conversionem venerit, ea conditione excipiatur, ut usque ad mortem suam ibi perseveret. Trataba de evitar así el problemas de los monjes que erraban de monasterio en monasterio, los gyrovagi, o los nobles que al sentir el orgullo herido con la primera reprensión del superior dejaban la vocación. En segundo lugar, la pobreza: los monjes debían vender todos sus haberes en bien de sus parientes o del monasterio. Todo lo que llevaran debían entregarlo al abad, que se lo devolvería si lo necesitaban o en caso contrario se lo daría a otros. La vida era toda en común, sin celdas ni armarios privados.
Regula ad virgines. Como hemos dicho, es la primera verdadera regla femenina. Las de Basilio, Ambrosio, Evagrio o Jerónimo son más bien exhortaciones, lo mismo que la carta 211 de san Agustín. Se trata de una regla paternal y comprensiva, que daba plena autonomía al monasterio respecto del obispo en su disciplina interna y la elección de la abadesa. El Papa Hormisda confirmó este decreto. Dicha regla fue adoptada en Italia, en el Rin, en Galia, y en muchos casos adaptada a los hombres.
Homilías.
Dirigidas unas al público culto de su ciudad, otras a los rústicos de su diócesis. Dado que todos los sacerdotes deben predicar, pero no todos tienen la formación para hacerlo, hace colecciones de homilías, suyas o de otros autores, y las manda como subsidios. Sus homilías se distinguen por una absoluta claridad, sin rehuir el tratar directamente ningún problema moral, sea el adulterio, sea el sacrilegio de quienes corren tras los adivinos y supersticiones, tan comunes y difundidas en su tiempo.
Además conservamos su testamento espiritual y algunas cartas suyas.
Juicio.
Cesáreo de Arlés no es un político, no es un literato, sino un monje, un apóstol, un santo. No sintió el atractivo de la cultura profana, no escribió para dejar un nombre tras de sí, aunque no le faltaban dotes que hubieran podido hacer de él un literato: la fuerza del sentimiento, el amor de la belleza, sentido de la moderación. No busca ser original en los libros de teología: acepta las conclusiones y razones aducidas por otros. De su parte pone el fuego de la exhortación, la paternidad del consejo, la persuasión. Y por eso su prosa, que él mismo llama rusticissima, porque no obedece a las leyes retóricas, sino al afán de hacerse entender por la gente sencilla, discurre limpia y clara, y encuentra el camino del corazón porque nace del amor.
Espíritu eminentemente práctico, gran organizador, apóstol y santo, trabaja por la unidad espiritual de Galia, combate los errores dogmáticos de su tiempo, trata de restablecer las buenas costumbres, de afianzar la disciplina eclesiástica, la vida religiosa, de mejorar el reclutamiento y formación del clero, de fomentar entre ellos el ministerio de la predicación, de ayudarlos en esta tarea, siempre fiel a la Santa Sede.
Fuentes.
Como fuente principal para su vida contamos con los datos de la Vita S. Cesarii, escrita por cinco discípulos suyos. En este relato se expone como propósito el narrar la verdad de los hechos, sin grandes pretensiones literarias: Unum tamen hoc in praesentis opusculi devotione a lectoribus postulamus, ut... non arguant quod stylus noster videtur pompa verborum et cautela artis grammaticae destitutus, quia actus nobis et verba vel merita tanti viri cum veritate narrantibus lux sufficit eius operum et ornamenta virtutum. [...] Meretur siquidem hoc et Christi virginum pura sinceritas, ut nihil fucatum, nihil mundana arte compositum, aut oculis offeratur, aut placiturum: sed de fonte simplicis veritatis manantia purissimae relationis verba suscipiant (Praef. 2).
Fuente: Wikipedia.
Escritores medievales. (1)
Jean Bodel
Jean Bodel (1165-1210) fue un trovador y poeta francés que vivió en Arras a finales del siglo XII.
Es autor de algunos cantares de gesta, como la Chanson des Saisnes, que narra la guerra del rey Carlomagno contra los sajones y su rey Widukind, al cual Bodel llama Guiteclin. También escribió una antigua representación teatral sobre un milagro denominada Jeu de Saint Nicolas que cuenta la historia de cómo San Nicolás forzó a unos ladrones a devolver un tesoro robado.
Jean Bodel es conocido por haber clasificado los temas legendarios y ciclos literarios de su época de acuerdo con tres materias: la materia de Roma, engloba las obras que versan sobre la Antigüedad clásica; la materia de Bretaña, referida al tema artúrico, y la materia de Francia, sobre Carlomagno y sus paladines.
En el año 1202, Bodel contrajo la lepra, ingresando en una leprosería.
Fuente: Wikipedia.
Jean Bodel (1165-1210) fue un trovador y poeta francés que vivió en Arras a finales del siglo XII.
Es autor de algunos cantares de gesta, como la Chanson des Saisnes, que narra la guerra del rey Carlomagno contra los sajones y su rey Widukind, al cual Bodel llama Guiteclin. También escribió una antigua representación teatral sobre un milagro denominada Jeu de Saint Nicolas que cuenta la historia de cómo San Nicolás forzó a unos ladrones a devolver un tesoro robado.
Jean Bodel es conocido por haber clasificado los temas legendarios y ciclos literarios de su época de acuerdo con tres materias: la materia de Roma, engloba las obras que versan sobre la Antigüedad clásica; la materia de Bretaña, referida al tema artúrico, y la materia de Francia, sobre Carlomagno y sus paladines.
En el año 1202, Bodel contrajo la lepra, ingresando en una leprosería.
Fuente: Wikipedia.
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